Trescientas mil miradas soportando un lágrima. Trescientos mil arroyos abasteciendo de nubes la alborada. Trescientos mil cortijos abandonados. Trescientos mil cortejos, quise decir. Quise decir y digo huella sin retorno. Y digo mapa indefinido. Y digo punto de llegada sin partida. Trescientos mil aquelarres entre las sombras del bosque. Trescientas mil sombras y trescientos mil bosquejos, bocetos y bostezos en la madrugada. Quise decir neblina mortecina húmeda neblina calor aplicable al estado del mundo, amor aplicable al estado del tiempo. Y hablando del tiempo, amanece nublado. Amanece radiante el sol en las antenas. Amanece callado el huracanado viento que quiebra las farolas. Amanece implacable el tornado destrozando palmeras. Trescientas mil palmeras arrasadas en las playas de levante. Y sopla el levante enmudecido. Quise decir el recuerdo del levante, aquí en lo hondo de Castilla, allí, trescientas mil nubes batiéndose en un duelo en alta mar. Aquí, pinares y zarzales de salinas, hebras arenosas que embadurnan mis manos. Quise decir que la arena salada entre los dedos construye castillos en el aire. Trescientas mil lecheras envasando pasteurizados quesos de cabras naturales. Quiero decir, ecológicas cabras que pastan a su antojo. Trescientas mil cabras berreando en el monte a la orilla del mar de trescientas mil olas batientes que no cesan. Y trescientas mil batallas en retirada. Trescientas mil palabras nuevas que nunca habré inventado para ti. Quise decir adiós de nuevo y buenos días. Trescientos mil saludos para mi imagen que se recorta en la pantalla del teléfono. Trescientas mil llamadas a cobro revertido. Trescientas mil llamadas que me hago y no te hice. Quise decir que ya he borrado tu número del chip de mi memoria programada. Quiero decir que ya no existes, corazón, que no te quiero, que nunca fuiste ni serás ni eres. Trescientas mil veces te lo repito, nunca te he escrito. Quise decir que no me nombres. Quiero decir, que para ti no existo, corazón que no te quiero, que nunca fuiste ni serás ni eres. Trescientas mil veces te lo repito. Trescientas mil veces repitiendo canciones, canciones que nunca te he escrito, porque en ninguna estación te he encontrado.
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