sábado, 19 de enero de 2008

A DOS MIL MILLONES DE KILOMÉTRICOS AÑOS LUZ DE ROMA (O MÁS)




Aun me quedan muchas jornadas de empinadas cuestas y galopes solitarios. Me quedan lunas y atardeceres innumerables. Veré los astros girar en su costumbre y no hallaré el atajo conveniente. Pero, mi reina, tarde o temprano llegaré a Roma. Me postraré a tus pies, besaré tu mano. Te invitaré a la guerra.

Después si quieres que me vaya daré la vuelta hacia esa vida en la que vivimos falleciendo. Y ya no habrá un lugar para los héroes. No quedará lugar para lo incierto.

Me llegará mi hora un día. Un errante inmortal yacerá muerto.



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