Vamos construyendo nuestra historia a golpe de tecla en este siglo confuso. Somos los pasajeros del ayer cuando en blanco y negro se vislumbraba el futuro. Pasado de pan y quesitos, colacao en las tardes de radio escuchando las voces de extraños que a veces aún recuerdo.
Mitad ayer mitad mañana, este instante se me ha hecho eterno.
Romper los limites rozar tu cuerpo escribiendo indecencias en las tardes de lluvia.
Mil recuerdos ya ordenados en buzones que abrimos cada día.
Pasan los días y el amanecer de siempre nos sorprende apenas.
Hay días blancos, días negros, días grises y marrones, días de colores de ácido lisérgico y otros ácidos colores de vinagre sulfúrico.
No tenemos tiempo. No tenemos sueño. No tenemos prisa. Pero tenemos prisa y sueño y tiempo suplicando noches de manos.
Mientras tanto el viaje impreciso, la llamada que no suena, la carta que no te escribo.
Sé que no te importa no verme, que pensarme es suficiente.
Sabernos ciegos, prisioneros amantes, demonios en la distancia, angeles en la oscuridad, sabernos príncipes sin rostro, extraños amigos, compañeros de un viaje feliz sin exigencias, sin horarios, sin retrasos ni sartenes humeantes. Por eso me araño la piel atravesando azulejos, te espío desde el vaho en la mampara del baño, te atrapo mientras duermes y te arranco las sábanas y la camiseta. Te persigo por la calle, voy a tu lado, de tu brazo, a tu paso y me miras de reojo en los escaparates.
Tú prefieres el dolor que te produzco en el alma, prefieres el roce de mis alas invisibles, no serás capaz de renunciar a tu pasión sin cuerpo, a tu diabloangelical domesticado, al disfraz de carne y piel que aún no has tocado...
...ya sabes: yo también tampoco...
¿Y tú cómo lo definirías?