sábado, 12 de enero de 2008

Con la ventana abierta ...






... me sorprendo espiándote de nuevo, escribiendo para ti canciones de cadentes acordes de silencio de invierno mientras decanto verbos de amor entre el paréntesis de tus sienes.

Me sorprendo relatando mundos, definiendo instantes. Me sorprendo. Me sorprenden mis dedos en este teclado neutro yendo y viniendo. Y del roce de tus letras del color de tus enredos, me sorprendo. Me sorprende esa ingenuidad innata tuya que me muerde cual suave terciopelo.

- Tú no eres real- me dices- Hay una persona de verdad asomada en mi ventana.

Y entonces te lo recuerdo:

- Las personas de verdad no existen.

Te callas por que conoces mi acierto.

Y como si nada sigues tecleando silencio mientras entre bits y pixels duermo.

domingo, 16 de diciembre de 2007

De vuelta

de vuelta
Esta asombrosa ausencia solitaria que de pronto transita los carriles me hace pensar en lo peor. ¿ Cómo no hube caído en la cuenta antes ? - me pregunto.
¿ Cómo fue posible que antes existieran paredes medianeras y pérgolas en las azoteas ? ¿ Cómo es que los edificios antes se repoblaban ? ¿ Cómo que el fragor del tráfico incansable se detenía impertinente en mi mirada ?
¿ Cómo pudo ser que antes hubiera bancos escondidos y metros repletos en la ciudad que me mira ahora sin sombras siquiera en los arcenes ?
¿ Cómo es que antes existían ascensores y andamios y tiendas de complementos ? ¿ Cómo es que ya no cuelgan los motivos navideños de las estanterías ?
¿ Y cómo es que en esta desolación que contemplo ha sido posible que todavía no te haya encontrado ?
(Me temo lo peor, ya digo)
¿ Cómo es posible no saber que nunca has existido ?

licencia


Y yo mismamente conduzco de vuelta un taxi que he parado y que me lleva de regreso de aquí a ningún sitio.



Vino





Y vino.

Y vino templando tabernas y vaciando agujeros.


Y vino.

Vino de años sonrojado, vino acallando nostalgias, vino esclareciendo noches, vino moviendo montañas.

Vino caliente de tacto, vino alegre de resacas.

Y vino. Vino.

Y más vino.

IDIOTA








Es inútil, no vale la pena
en invierno el sol no calienta
sino que se congela
y cae a trozos sobre mi
y me raja el alma

que a grito mudo se queja
toneladas de tristeza
mi mochila de cemento
y mi cabeza que no para de pensarte
y ¡cómo pesas!

Si no quieres escuchar, caminaté
si no me quieres mirar, pisamé
aun puedo ser la acera donde tu perro juega
o aprovechaté

Cómo una limosna me entregas
instantes de tu presencia
que me arranca mil sonrisas ciegas
un topo sé en tu indiferencia
que me mata dentro

Y esos ojos ya no se tropiezan
ni tiemblan cuando estoy cerca, no
ahora bostezan y se van
no importa donde

Si no quieres escuchar, caminaté
si no me quieres mirar, pisamé
aun puedo ser la perra que en tu olvido cojea
o aprovechaté

Aquí me ves quemando margaritas a tus pies
con la lengua ardiendo
y mi alma a la sombra de un ciprés
y tú con tu boca en cualquier bar de copas
regalando besos, perdiendo la ropa
no ves mi derrota
mira, no ves mi derrota

Tu cariño sale ya sin fuerza
como el cava en la botella
que lleva una vida abierta
y patético lo intenta
no juegue, no mienta

Nunca vi una mirada tan hueca
tan vacia de ganas
tan lejos cuando te acercas
y aun te ries cuando te sale mi tristeza

Y la vida te dará lo que me das
desde el barro quizás me recordarás
y te verás buceando, en tus podridos charcos
y allí te ahogarás

Aquí me ves quemando margaritas a tus pies
con la lengua ardiendo
y mi alma a la sombra de un ciprés
y tú con tu boca en cualquier bar de copas
regalando besos, perdiendo la ropa
no ves mi derrota

duele la pena, duele la pena
me mata el veneno de esa viuda negra
duele la pena, duele la pena
y me está matando esa mujer

Aquí me ves quemando margaritas a tus pies
con la lengua ardiendo
y mi alma a la sombra de un ciprés
y tú con tu boca en un bar de copas
regalando besos, perdiendo la ropa
no ves mi derrota
idiota, no ves mi derrota
idiota

sábado, 17 de noviembre de 2007

¿ Celos ?

CLICK/pequeña historia sobre celos




CELOS (Cesare Pavese)

1
Uno se sienta de frente y se vacían los primeros vasos
lentamente, contemplando fijamente al rival con adversa
mirada.
Después se espera el borboteo del vino. Se mira al vacío,
bromeando. Si tiemblan todavía los músculos,
también le tiemblan al rival. Hay que esforzarse
para no beber de un trago y embriagarse de golpe.

Allende el bosque, se oye el bailable y se ven faroles
bamboleantes -sólo han quedado mujeres
en el entarimado. El bofetón asestado a la rubia
congregó a todo el mundo para regodearse con el lance.
Los rivales notaban en la boca un gusto de rabia
y de sangre; ahora notan el gusto del vino.
Para liarse a golpes, es preciso estar solos,
como para hacer el amor, pero siempre está la noche.

En el entarimado, los faroles de papel y las mujeres
no están quietos con el aire fresco. La rubia, nerviosa,
se sienta e intenta reír, pero se imagina un prado
en que los dos contienden y se desangran.
Les ha oído vocear más allá de la vegetación.
Melancólica, sobre el entarimado, una pareja de mujeres
pasea en círculo; alguna que otra rodea a la rubia
y se informan acerca de si en verdad le duele la cara.

Para liarse a golpes es preciso estar solos.
Entre los compañeros siempre hay alguno que charla
y es objeto de bromas. La porfía del vino
ni siquiera es un desahogo: uno nota la rabia
borboteando en el eructo y quemando el gaznate.
El rival, más sosegado, ase el vaso
y lo apura sin interrupción. Ha trasegado un litro
y acomete el segundo. El calor de la sangre,
al igual que una estufa, seca pronto los vasos.
Los compañeros en derredor tienen rostros lívidos
y oscilantes, las voces apenas se oyen.
Se busca el vaso y no está. Por esta noche
-incluso venciendo- la rubia regresa sola a casa.

2

El viejo tiene la tierra durante el día y, de noche,
tiene una mujer que es suya -que hasta ayer fue suya.
Le gustaba desnudarla, como quien abre la tierra,
y mirarla largo tiempo, boca arriba en la sombra,
esperando. La mujer sonreía con sus ojos cerrados.

Se ha sentado el viejo esta noche al borde
de su campo desnudo, pero no escruta la mancha
del seto lejano, no extiende su mano
para arrancar la hierba. Contempla entre los surcos
un pensamiento candente. La tierra revela
si alguien ha colocado sus manos sobre ella y la ha violado:
lo revela incluso en la oscuridad. Mas no hay mujer viviente
que conserve el vestigio del abrazo del hombre.

El viejo ha advertido que la mujer sonríe
únicamente con los ojos cerrados, esperando supina,
y comprende de pronto que sobre su joven cuerpo
pasa, en sueños, el abrazo de otro recuerdo.
El viejo ya no contempla el campo en la sombra.
Se ha arrodillado, estrechando la tierra
como si fuese una mujer que supiera hablar.
Pero la mujer, tendida en la sombra, no habla.

Allí donde está tendida, con los ojos cerrados, la mujer no habla
ni sonríe, esta noche, desde la boca torcida
al hombro lívido. Revela en su cuerpo,
finalmente, el abrazo de un hombre: el único
que podría dejarle huella y que le ha borrado la sonrisa.

PIEL

Cuando se hace demasiado tarde y el primer amor aún no se ha pintado en los portales,
cuando la respuesta a los días de asueto son lágrimas y llagas en los capilares,
cuando la arruga de las estaciones ya ha sido demasiado transitada,
cuando el no y el si se repiten tantas veces en descalabros de citas imprecisas en ciudades inapropiadas,
cuando la esperanza en el encuentro de la parte perdida de la otra mitad del alma es vana,
cuando el corazón de roca se envilece latiendo en una vida que no es suya,
cuando el devenir ya no viene,
cuando el invierno es mañana.




La Rotonda

click rotonda pesadilla


el eco del adiós hecho de añicos de adióses es el adiós del eco hecho de añicos de ecos es


rotonda asesina click

viernes, 16 de noviembre de 2007

YA





No sabrás quien soy ni porqué vine.

No podrás pronunciar mi olor

ni dibujarme suspiros en la oreja

pues ya tu olvido imperdonable

jamás presentirá este amor

que fue y pudo haber sido.

Ya no hay canciones.

domingo, 28 de octubre de 2007

Cartas Clónicas (Amor a Roma)



Hoy como siempre zozobran los márgenes perfectos, se balancea el vacío en el contexto en blanco. Espumas de colores como sueños de fiebre revolotean sin rumbo y se desgranan neutrones que no existen, protones que desisten, electrones ignífugos que no dibujan guiños. Átomos huecos. Multitudes de espejos mirándose a sí mismos. Lencería de bits y píxeles cristalinos.

Soterradas las anotaciones en sobres impolutos. Lacrados sobres sin remite. Sin destino. Vacíos sobres. Certificados impecables de las palabras no escritas que no mienten la ausencia.

Ríos de de sobres de colores en blanco sin mensajes en letras ocultas engañosas.
Ríos de buzones llenos de sobres, colores en blanco sin mensajes de letras ocultas engañosas.
Ríos de sacas de correos llenos de sobres de colores en blanco sin mensajes en letras ocultas engañosas.


Felicidad en gris blanco casi transparente.
Tristeza en blanco camaleón opaco.

Amor al fin sin letras contrasentidas.
Al fin Roma indiferente.

ZONA DE TRÁNSITO




Tan sólo queda libre el enrevesado camino de las paralelas… tan sólo el callejón eterno sin salida… sólo pasar, pasar, pasar entre zarzales… saborear la silvestre fruta deliciosa, acidez de dulce empalagosa… si tú no quieres irte esta vez, yo no te busco…. si me quieres encontrar (quién sabe donde), deja señales diáfanas en la niebla, entre la intersección del dios que ya murió y el horizonte… da un salto, gira, retorna a este lado en el que espero, en el que lo que es es y es que no ha sido…

sábado, 13 de octubre de 2007

- ni los sábados

ni los domingos
ni los lunes
ni los martes
ni los miércoles
ni los jueves
ni los viernes

ahora todas las semanas son demasiado tarde



- a mi me lo vas a contar....



princesa....

I don't like saturdays




Y la casa encantada me susurra canciones, me susurra distancias inolvidables y otras maldiciones desmesuradas.
Con terror en los poros, acurrucámdome al fondo del sillón me prometo que al menos hoy no soñare que te encuentro en cada esquina.
Y salgo a la calle persiguiendo tus pasos. Escogiendo al azar los bares que describen tu voz en voz baja. Las farolas burlonas me miran bostezando.
Otra vez tu fantasma acaricia mis manos.
Y otra vez tiritando en la ausente avenida de la madrugada amanezco temblando.
Tú no quieres irte. Yo te sigo buscando.

DESDELAAHASTALAZ


Y QUE NOS IMPORTAN A NOSOTROS LOS CALENDARIOS Y LAS MANECILLAS DE LOS CREPUSCULOS... QUE NOS IMPORTA LA DANZA DE LOS SIGILOSOS PLANETAS... QUE NOS IMPORTA EL RIO, EL MAR, EL HORIZONTE... QUE LA NAVE ESPACIAL NI LOS PSICODELICOS AULLIDOS DE LO RELATIVO.

AL FIN Y AL CABO MI AMOR AMOR MIO

NOSOTROS SIEMPRE AUSENTES

NOS VEREMOS

AQUÍ


SOLOSIEMPRENTRE





DOSLETRAS

Y los relojes siguen marcando cicatrices






De repente el rumor del recuerdo de una sonrisa perdida le humedece los ojos que escapan atravesando el cristal nebuloso. El callejón se esconde, se apagó la farola. El vaho de su aliento de nuevo se posa en el cristal indefinido. Con incierta mano dibuja algún enigmático signo. Mira hacia el frente y repite una sonrisa incandescente que nadie escucha. Sin mirar ve ojos que no miran, sin hablar habla y nadie atiende. Gira, danza su danza de sombras esquivando seres que no existen. Canta, canta su canto de noche entre el matorral de esos corazones que no le acompañan. Fantasmas soeces que miran su rostro, como si fuera su alma estupefacta la que no existiera.



sábado, 6 de octubre de 2007

Nos Otros Vos Otros Ellos



Vivían mirándose sin verse rozándose sin tacto hurgando en los cajones la mano de uno en la del otro. Vivían persiguiéndose por el pasillo, haciendo ruido el uno al lado del otro sin oírse.

Buscaban las señales en las nubes tormentosas, esas mismas nubes, las mismas, cada tarde.

Cada noche, se difuminaban a los lejos algarabías de aves del crepúsculo, las mismas cada noche y cada noche soñaban y se amaban.

El uno al lado del otro se buscaban.

Vivían sin vivir apaciguando el deseo, vivían sin vivir y sin recuerdos soñaban que se soñaban, y se soñaban fundidos.

Cerraban la alacena sin buscar alimento. Murmuraban susurros en el agua sin mojarse los labios. Se amaban desde siempre y para siempre. Esperándose estaban sin remedio sus ansias.

Vivían el uno al lado del otro sin saberlo.

Y cada tarde las mismas nubes de tormenta en el crepúsculo helado venían a visitarles. Y cada tarde desde la triste ventana, el uno al lado del otro suspiraban a la nada. En tanto, las aves lejanas entre la algarabía de sus gritos pareciera les llamaran.

Siempre juntos y errantes sus almas sin descanso se esperaban. Espectros transparentes en la misma sala cada día sin saber que junto a uno, a su lado, el otro estaba. Estaban.

http://www.goear.com/listen.php?v=8fc1ff5

El/EllA





ÉL




No va a hallarle mas nunca espiando sus pasos, ni le cantará canciones mientras llega la tarde. No recorrerán sus ojos mas nunca sus letras minúsculas mientras sollozan errores. Ni sus labios deletrearán sus mayúsculas letras en tanto destrozan lágrimas.

Sé que se echan ( como a ti yo ) de menos. Que la soledad escuece. Que se harán ( como yo a ti ) el mismo mal que tú me hiciste. Sé que no habrá trampas ni artilugios que enmascaren sus derrotas. Y que en la guerra y en el amor no todo vale.















ELLA


No va a hallarle mas nunca espiando sus pasos, ni le cantará canciones mientras llega la tarde. No recorrerán sus ojos mas nunca sus letras minúsculas mientras sollozan errores. Ni sus labios deletrearán sus mayúsculas letras en tanto destrozan lágrimas.

Sé que se echan ( como a ti yo ) de menos. Que la soledad escuece. Que se harán ( como yo a ti ) el mismo mal que tú me hiciste. Sé que no habrá trampas ni artilugios que enmascaren sus derrotas. Y que en la guerra y en el amor no todo vale.


domingo, 30 de septiembre de 2007

Trescientas mil millas de insomnes respuestas no dadas

Trescientas mil miradas soportando un lágrima. Trescientos mil arroyos abasteciendo de nubes la alborada. Trescientos mil cortijos abandonados. Trescientos mil cortejos, quise decir. Quise decir y digo huella sin retorno. Y digo mapa indefinido. Y digo punto de llegada sin partida. Trescientos mil aquelarres entre las sombras del bosque. Trescientas mil sombras y trescientos mil bosquejos, bocetos y bostezos en la madrugada. Quise decir neblina mortecina húmeda neblina calor aplicable al estado del mundo, amor aplicable al estado del tiempo. Y hablando del tiempo, amanece nublado. Amanece radiante el sol en las antenas. Amanece callado el huracanado viento que quiebra las farolas. Amanece implacable el tornado destrozando palmeras. Trescientas mil palmeras arrasadas en las playas de levante. Y sopla el levante enmudecido. Quise decir el recuerdo del levante, aquí en lo hondo de Castilla, allí, trescientas mil nubes batiéndose en un duelo en alta mar. Aquí, pinares y zarzales de salinas, hebras arenosas que embadurnan mis manos. Quise decir que la arena salada entre los dedos construye castillos en el aire. Trescientas mil lecheras envasando pasteurizados quesos de cabras naturales. Quiero decir, ecológicas cabras que pastan a su antojo. Trescientas mil cabras berreando en el monte a la orilla del mar de trescientas mil olas batientes que no cesan. Y trescientas mil batallas en retirada. Trescientas mil palabras nuevas que nunca habré inventado para ti. Quise decir adiós de nuevo y buenos días. Trescientos mil saludos para mi imagen que se recorta en la pantalla del teléfono. Trescientas mil llamadas a cobro revertido. Trescientas mil llamadas que me hago y no te hice. Quise decir que ya he borrado tu número del chip de mi memoria programada. Quiero decir que ya no existes, corazón, que no te quiero, que nunca fuiste ni serás ni eres. Trescientas mil veces te lo repito, nunca te he escrito. Quise decir que no me nombres. Quiero decir, que para ti no existo, corazón que no te quiero, que nunca fuiste ni serás ni eres. Trescientas mil veces te lo repito. Trescientas mil veces repitiendo canciones, canciones que nunca te he escrito, porque en ninguna estación te he encontrado.




tú / yo



Si tengo el cuerpo roto y las esperanzas muertas
Porque me acostumbré a tenerte siempre cerca (…)
Y ahora, si te vas, no conozco mis fronteras
Tú y yo, tú y yo
Fuimos trigo, fuimos tierra
Tú y yo
Fuimos luz en las tinieblas
Tú y yo, tú y yo
Fuimos sol de madrugada
Y ahora, si te vas, ya no seremos nada.
Buscaré tu cuerpo en otro cuerpo extraño
Encontraré otras manos que me acaricien sin engaño
En otros labios nuevos yo sabré encontrar ternura
Palabras que me ayuden a olvidar mis viejas dudas (…)
Pronunciaré tu nombre y ya no me hará daño
Porque sabré olvidarte con el paso de los años
Y tú serás tan sólo una sombra de otro tiempo
Aparte de mi vida, pasajera como el viento
Tú y yo, tú y yo
Fuimos trigo, fuimos tierra
Tú y yo
Fuimos luz en las tinieblas
Tú y yo, tú y yo
Fuimos sol de madrugada
Y ahora, si te vas, ya no seremos nada.

TODOS LOS SEMÁFOROS


I

No se lo pensó.
Siguió el impulso que le hacia correr a buscarle.
Reconstruyó el rompecabezas de calles y rincones.
Recorrió cada esquina, cada portal, todos los semáforos.
Los pasos peatonales subterráneos.
Descubrió las estaciones de metro que tantas veces había mencionado en sus cartas (fueron tantas… las cartas, las postales, las fotografías, las llamadas….y de repente nada) y los autobuses rojos que rechinaban al frenar.
Tocó los muros de piedra de aquel edificio oficial mientras miraba la fotografía. Se fotografió a ella misma allí, en la misma postura. Entró en los bares en los que alguna vez el tomó café o copas excesivas. Pidió bebidas que jamás había probado, se emborrachó y cenó guisos insulsos en tascas para tristes solitarios.
Vio como sus bragas mojadas se congelaban en los tendales del alfeizar del ventanuco de la pensión, que daba al patio de luces inexistentes y comprendió que allí, la ropa era mejor tenderla dentro.
Se arrebujó bajo la manta pensando que un día él también recogió su calor en ella.
Y creyó percibir su presencia.
Pero no estaba.

II

Esa sensación de incertidumbre y vacío. El color amarillo de la tarde espesa de tormenta helada. El punzante dolor de pecho insoportable. La garganta seca. El temblor de manos. El frío. Las lágrimas ardientes. El terror. El pánico. La desesperación. La duda. La nada de nuevo. El vacío otra vez. El latido hueco del corazón aplastado. La casa incesante. Las paredes retumbando de silencio. La lluvia. El diluvio. Los chorros restallando en las paredes húmedas. Los vidrios empañados. El alma estupefacta. El mundo. La garganta seca. El punzante y fijo dolor de pecho insoportable. EL corazón que estalla de repente. Los semáforos de nuevo.

III

Ni rastro halló. Ni pista que no indagara. En ocasiones era sencillamente feliz al saber que pisaba donde sus pasos dejaron huellas de barro. Fueron física y química, biología y matemáticas. Ciencias, exactas. Y ahora si te vas ya no seremos nada…





(10 marzo 2007)

Variaciones sobre un mismo tema



Sólo una pared separaba sus corazones y jamás se habían visto Calles paralelas, ciudad atroz de rostros incompletos. Pero ellos dos nunca se habían visto. Latían sus almas de amor, pasión y el fuego de sus corazones estallaba a raudales en cada esquina. Pero nunca se vieron.
Dormían tan cerca que sus sueños se entrelazaban cada noche dando volteretas por el universo, pero nunca se vieron.
Se buscaban como locos en los días vacíos, en los vagones del metro, se extrañaban y añoraban, pero nunca se vieron.
Cada noche se plantaban frente a frente, pared con pared, buscando canciones, escribiendo poemas y citándose en la Red con extraños que no eran ellos, porque ellos nunca, nunca se habían visto.
Sin embargo su amor mutuo y correspondido, completo y perfecto hubiera sido, si aunque sólo de lejos, tan solo durante un segundo hubieran alcanzado a divisarse. Pero nunca se vieron.





Ella de este lado y el del otro. Una pared medianera que separa el mundo. Escasos centímetros de ladrillo como si fueran abismos insondables. Vidas paralelas, calles trasversales. Camas que casi se tocan. Almas que en sueños se reconocen. Dolor, soledad, espesura frondosidad en el alma y nada. Vidas vacías, calles eternas, paradas infinitas de trenes subterráneos. Ojos que no ven y sin embargo, corazón que siente. Letargo en la mirada, pechos palpitantes y helados, no obstante. Imperfecta realidad asombrosa, juventud que pasa, madurez que llega, infantil deseo voraz de volver al amor que no acontece. Jamás convergieron las avenidas. No pudieron encontrarse.






Paredes colindantes, edificios idénticos, portales, escaleras, ascensores. Grifos que gotean, bañeras humeantes paralelas. Soledad espeluznante, hastío, dolor, mi amor he de salir a encontrarte. Y nada. Jamás viajaron en el mismo vagón, ni subieron al autobús a un tiempo. Jamás se toparon en una esquina, ni tomaron juntos café en ese bar con entrada y salida a las dos calles. Silencio. Costumbre. Días lentos e inhabitables. Y jamás en esta vida se encontraron
.

(10 marzo 2007)

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